Población estudiantil

Población estudiantil
En momentos de silencio me comunico con mi lado mas locuaz.

lunes, 24 de agosto de 2015

DE LA MULA AL TREN Y DEL TREN AL OLVIDO

DE LA MULA AL TREN Y DEL TREN AL OLVIDO
     La segunda guerra mundial, sus extravagancias procedimentales y su intento por trascender a otro hemisferio, dieron para todo, incluso para la implementación de infraestructura que les permitiera su futura expansión. Son casos concretos, la construcción de puentes sobre los ríos Magdalena y Cauca y la línea férrea y sus locomotoras que recorrieron por gran parte de la geografía colombiana.
     Nemocòn al igual que otras poblaciones colombianas  en su momento florecieron bajo la luz opalizada de faroles alimentados con alquitrán unos, y otros con carbón mineral de las cabezas de locomoción del tren, del mismo carbón que cargaban en sus vagones. El sonido de claxon de las locomotoras despertaba ilusiones entre grandes y chicos y la romántica oda de vapor que salía de sus chimeneas obligaba a fantasear con un futuro mejor.
De ello, solo queda la huella de dolor sobre las laderas empolvadas y dos líneas paralelas que sin tomarse de la mano no han logrado separarse y el óxido sobre sus lomos es testigo mudo del paso de los años y el olvido de la administración…El Cotidiano, recorrió a pie un tramo de carrilera que en otrora transportara  carga y pasajeros a la población de Nemocòn, allí, hacia estación de paso para Tunja; hoy los ciudadanos caminan junta a la línea paralela sin advertirlo, lo único que de manera intermitente devuelve su recuerdo es la irregularidad en el paso al andar sobre los rieles viejos y desvencijados.

En la entrega de cuentas del alcalde actual, doctor Luis Felipe Castro, el día 29 de julio del año en curso se habló muy someramente sobre gestiones hechas para revivir el tren; que debía cubrir el trayecto de la estación de la sabana en la ciudad de Bogotá, a  Nemocon dando paso por Zipaquira,, es necesario anotar que solo se mencionó la intención de hacerlo, mas no se informó de contratación direccionada a la rehabilitación de la vía férrea, y menos de la asignación de recursos para el efecto.

jueves, 20 de agosto de 2015

miércoles, 19 de agosto de 2015

https://www.facebook.com/pages/Nuevas-Rutas-IED-Patio-Bonito-Nemocon/690791531047131

CUANTO PUEDE HABER BAJO EL TAPETE


CUANTO PUEDE HABER DEBAJO EL TAPETE

 Si nuestra mente no es diligente
y el razonamiento no es una propiedad
de la misma, difícilmente podremos alcanzar
el conocimiento que tanto deseamos.
Anonimo,
 tomado de: http://www.sabidurias.com/

PATIO BONITO UNA TIERRA PROPIA QUE PERDIÓ SU DUEÑO

     Desde el lado izquierdo de mi escritorio puedo divisar los techos desvencijados de las viviendas vecinas al colegio,  a donde fui trasladado en abril  seis de dos mil quince, municipio de Nemocòn, debajo de esos tejados pintados de negro brillante por el hollín de los buitrones de las fábricas de ladrillos, viven hombres con sus esposa y familias, niños con sus sueños y sus inocencias, mujeres con sus penas y sus dolores… hay que aclarar que el hollín no es una técnica de pintura y  el buitrón, menos, el apodo de un gran pintor, solo son: el uno, el sedimento que deja el humo y el otro el conducto por donde sale el humo de los hornos, fantasmas alegóricos de una sociedad que muere asfixiada por los hedores de la tierra,   hornos,  que como pústulas de greda  crecen por toda la superficie de la ladera y envenenan el paisaje humano, agonizantes gigantes de argamasa que cocinan ladrillos en sus vientres.

     Desde el lado donde me siente  en mi escritorio igual se siente el mismo olor a combustión e igual se ve la  misma deforestación de las tierras, el paisaje no puede ser más triste…o si, puede serlo, cuando se mira el relieve en las caras de los pobladores de la región, hay en cada uno, una manifestación diferente del sufrimiento, caras lánguidas y transfiguradas por el olvido de la sociedad, caras sucias de angustia, caras manchadas por el inclemente sol de las horas de tarde y la furia de los hornos donde se queman los adobes. Caras de niño, cansadas de cargar ladrillos. Manos enormes de hombres pequeños que se hacen grandes para trasegar…justa justicia donde estas.

     El tres de abril de dos mil quince, pisé por primera vez las áridas tierras de la vereda Patio Bonito, municipio de Nemocòn. Mis ojos no pudieron grabar más porque el ángulo de visión es limitado, pero mi mente empezó a copiar pequeñas escenas que hoy y a cada momento recuerdo para poder armar un rompecabezas que se puede encontrar bajo el tapete de la region. Después de colocar el primer pie en tierra, es obligado avanzar hacia abajo para adentrarse en la vereda, era una tarea ineludible, los pasos son  reiterados cuando se tiene una visión social humanizada de la realidad.

     Anduve desde las once de la mañana de ese día, hasta las cinco de la tarde intentando encontrar un trozo de tierra libre de polvo, arena y piedra donde descansar mi inconformidad con la sociedad, el estado y conmigo mismo, un espacio de prado limpio y libre del pecado cívico del que está invadido y contaminado todo hombre, solo encontré un barranco desmadrado donde recostar mi pequeña humanidad. Caminé sumido en un letargo por la vida, anestesiado con algún potaje suministrado por el neoliberalismo, ignoré por años las necesidades ajenas y fui indiferente ante los llamados de la sensibilidad; ahora los harapos de los hijos de la pobreza y la ignorancia se vuelcan a mis pies como aviso de emergencia.

     Carretera abajo,  y dolido por el maltrato de las piedras bajo los pies, pude encontrar al joven Luis Fernando Santisteban, este, fue el primer habitante, oasis a la palabra, melifluo niño, en brindarme una dispensa de bienvenida, además de sentarse junto a mí a comunicarme su tristeza sin palabras. Bajo del doble carril de pestañas negras que surcan la orilla de sus ojos cargados de inocencia, había un gesto de desconfianza que abandono por momentos, para dejarme saber su enfado por la suerte de vida que le había tocado, _ ¿profe, y usted se va a venir a trabajar aquí?_ indago Luis Fernando, _porque yo, al contrario me iría lo más lejos que pudiera._ replico el muchacho. Las palabras de mi fortuito acompañante y muy desde fuera de mí, me dieron en menos de tres segundos la respuesta que intentaba encontrar, muy dentro de mío: Aceptaría el traslado que me daba la gobernación para ocupar el cargo de secretario académico del único colegio de este lugar, si eso me daba la oportunidad de generar acciones que ayudaran en algo, a la solución de los problemas de estas personas, que por culpables que pudieran ser de su desgracia, no merecían sufrir el olvido de sus congéneres.

     El panorama no podía ser más nefasto; por un lado ver a los niños descalzos correr por las calles sin pavimento, por otro, sentir  un impresionante olor a humo y tierra quemada, sin negar la sensación de pueblo de forajidos que se percibía en el ambiente. De repente advertí que desde las ventanas  cubiertas por cortinas estampadas con florones y envejecidas por el sol, algunas mujeres asomaban tímidamente sus cabezas para verme bajar, no dejaban ver sus caras por completo, al igual que la sinrazón de nuestra sociedad: las verdades a medias, los problemas ocultos por alguna cortina acarosa, la pobreza disfrazada, y las malas intenciones siempre debajo de los escritorios o escondidas en las mangas, como acto circense  de futuro.

     La mejor manera de conocer a los hombres es mirarles a los ojos, pues aquí pude constatar esta afirmacion. Creo haberles mirado a todos de frente como creo haber encontrado muchas razones para quedarme en sus miradas, no había en este lugar un solo alguien, quien no dijera en sus mirar lo que debajo de sus harapos escondía. María es una niña mujer que al igual que Luis Fernando nacieron en esta vereda, han respirado y comido  de la misma tierra hecha polvo, la misma  que inunda el ambiente como lo hicieran las malas noticias de un nuevo muerto o un nuevo silencio que siempre termina siendo el mismo, el que guarda nuevos hechos bajo el tapete. En la dirección de la mirada de María hay nuevos hallazgos en el camino a encontrar otras verdades.

     En los siguientes días, de los siguientes meses, de los siguientes años, si la vida no me muestra otros horizontes, repetiré la misma acción sin cesar: caminaré por las mismas calles sin pavimentar, miraré las mismas casas recubiertas de polvo, me sentiré observado por las mismas mujeres, mas decrepitas, escondidas tras las cortinas viejas y desarrapadas, y buscaré en los lagos profundos de los ojos de los pobladores nuevas falacias, falsas verdades que se han venido ocultando a través de los años, falacias que como mentiras escondidas tras las verdades, ahora unidas a los temores no pudieron salir a flote, son  verdades que han permanecido ocultas bajo el tapete; aquí se ama en silencio, se ama a la fuerza o sea se violenta el amor, aquí se   maltrata la genitalidad, aquí  se ahogan los lamentos, los muertos gritan desde las fachadas de las casas y se dibujan con los dedos de los huérfanos en las empolvadas calles, se oculta lo inevitable y se manosea la claridad.

     Pasadas dos semanas después de mi primer paseo por el dolor y el enfado, los cuatro cachivaches que hacen parte de mis activos, fueron acarreados en un camioncito rumbo a Nemocòn Cundinamarca; porque hay hombre que buscan la felicidad en el dinero, otros en sus conquistas y caprichos amorosos y unos muy especiales, miden la felicidad  de acuerdo a la dimensión de los problemas que  en enfrenta…ese soy. Empezó entonces mi  lastimera caricia al paisaje de esta tierra que no me vio nacer, pero que ahora me vería  envejecer, empieza un romance que debe terminar en odio y protesta como todos los amores fortuitos lo hacen, lacerados por el tiempo y las heridas del alma, por lo deseos infértiles y las lágrimas derramadas; debe opacarse lentamente como se obscurecieron los días y las noches de estas laderas doradas por el sol y preñadas de verde por la lluvia, pero violentada en su fertilidad por la ambición de sus pobladores.

     Un nuevo personaje de los muchos que se debería agregarse a esta historia aparece en escena, la rectora del colegio de Patio Bonito: nombre de la vereda  que por  hambre de relato olvide reseñar. Mujer menuda  de cabellos desordenados, de apariencia débil y ocasionalmente distraída…no hay nada de eso, Janeth es fuerte, valiente, de decisión férrea, lo único que logra recular  sus determinación, son los argumentos del interlocutor. Trabaja hace siete años en esta ladera de pesares y de pesar en pesar ha construido futuro para muchos jóvenes desubicados, también ha pisado callos y desinflado egos como globos de neón que no pudieron volar, ha recibido amenazas de muerte, tuvo que cambiar horarios de llegada y salida por seguridad y con una sonrisa pequeña, ligeramente inclinada a la derecha, dice saber lo que esta tierra guarda bajo el tapete, además asegura no temer. Y agrega a modo de relato “el señor Valenzuela un día vino y me amenazó diciéndome –si ve profesora, porque es que esta vereda aparecen muertos sin dueño- Janeth le contesto -nadie vive del miedo, al contrario la gente se muere antes de tiempo porque el miedo los mata de angustia- lo miro de frente y le pregunto que si había traído con que matarla y que si no, fuera a la casa y trajera con que, que ella lo esperaba afuera del colegio para que mis alumnos no a vieran morir…lo espero de verdad, tres horas, el viejito ni se asomó a la puerta, ella entonces, decidió ir a la casa de su contendor y preguntarle por qué la había dejado esperando la muerte, el no supo darle una razón

     Buen ejemplo para un hombre que necesita darle valor a las penas, buen lugar para tenderle una derrota de sable a  la hegemonía de la indiferencia. Todos los días viajo dieciocho  minutos de mi casa a la vereda, tiempo en el que mi ojo, mi mente y mi corazón no descansan, capturo una a una las imágenes que se presentan a diestra y  siniestra, las analizo una a una, una  y mil veces, luego las archivo en orden de emociones, para, en la noche como loco rumiante bajo la complicidad de la soledad deglutirlas y volverlas a leer sin perder detalle  en búsqueda de nuevos indicios…no sé realmente que estoy buscando, todos los días creo encontrar cosa nuevas y luego sé que nada puede ser nuevo donde todo parece estar en decline o suspendido en un limbo.

     Luego de haberme tragado uno a uno, cada centímetro de tristeza, de ruina y de olvido en que está sumido este pedazo de tierra. En la  tarde del viernes dos de mayo empecé a imaginar cómo podría invertir esa cúpula convexa  sobre las cabezas de los Patiobonenses, para los que no hay adherencia social, donde nada se sostiene en lugar fresco, donde no hay respuestas a las preguntas y las preguntas no corresponden a los cuestionamientos de hombres cansados. Luis Fernando, María, la rectora Janeth, incluso el señor Valenzuela pedían a gritos la atención de los indiferentes. Los ojos tristes de los niños de la calle, las piernas fuertes y musculadas de las mujeres mayores, los dibujos garabateados con los dedos de los infantes en las paredes empolvadas,    las amenazas de los Juan Vaca, como se les llama a los jóvenes agrandados y fieros, las coqueteos de las chismosas tras la cortinas y otras manifestaciones propias de esta ladera de tierra y gravilla, solo es el grito ahogado del dolor de tierra, que tienen los dos mil ochocientos cincuentas almas que sin morir aún, andan como muertas por que tienen muerta el alma. 2850 almas de dos mil ochocientas cincuenta habitantes que moran en este rincón de Colombia, son la misma cantidad de seres que necesitan tierra limpia donde plantar sus pies.
     Hoy, cuarenta y un días después de mi integración a este hermoso paisaje, cuarenta y un días  de amor y desamor, de miradas y rechazos, de silencios y euforias, solucione algunas de mis ocultas dudas: sé que además de llamársele Patio Bonito a la vereda, también se le denomina la Ruidosa, la razón de tal seudónimo no la tiene nadie…se escucha todos los días y fines de semana, pasadas las tres de la tarde,  desde los balcones del vecindario. Luis Fernando y otros jóvenes me han visitado en mi oficina para vaciar  sus angustias sobre mi escritorio, bajo la complicidad de lloviznas vespertinas y animadas por algún rasgo de confianza que inspira mi presencia. La rectora del colegio,al igual que mi alma llora todas las noches en la soledad de nuestros cuartos, la pequeñez e impotencia de las manos frente al arduo trabajo social requerido. Aquí, no todos tienen sus ojos surcados de  hileras arboladas por pestañas, algunos son efectos del rímel y en otros, son mera falta de agua y jabón. Juan Vaca fue un forajido que escondiéndose de las autoridades llego una tarde de un día oscuro como oscura era su alma, de algún lado que él no quería recordar, se quedó y dejo marcas de sangre y dolor en recodos, puertas y andenes que de por si desquebrajados ya, solo servían para que descansaran los embriagados de soledad.

     Y quien dijo que esto sería fácil. No es siquiera leve para los miopes de conciencia o para los mismos gestores de la pobreza y menos para los alcahuetes que prestaron a sus familias para jugar a la esclavitud. La solución muy seguramente estaba en cada uno de estos hombres, en sus propias casas o en sus propios imaginarios; la tarea es ahora es despertar a sus luchadores internos y ponerlos a trabajar en su propia superación y reconstrucción, había que, de alguna manera reconquistar su amor propio e intentar poner sus valores a trabajar desde su propio palacio, devolverles su propiedad  más preciada, su libertad y su confianza en si mismos.


viernes, 14 de agosto de 2015

COTIDIANO nace de la necesidad de publicar una serie de imágenes, textos, y contenidos que se revuelven sin  encontrar calma en mi mente.